Reseña: El Último Unicornio (Peter S. Beagle)

El Último Unicornio

Peter S. Beagle

Decidida a hacer reseñas de esos clásicos que, en mi modesta opinión, no son tan conocidos como debieran, he empezado por El Último Unicornio (1968).

Es una historia que he tenido muy presente desde mi infancia, aunque por supuesto gracias a la versión animada que se hizo en 1982. Yo tenía dos o tres años cuando mi padre me grabó esa delicia de la animación un domingo en la 2 de TVE. Tardaría quince años en encontrar la versión en papel, cuando daba un paseo por FNAC, y lo conservo como uno de los grandes tesoros de mi estantería. 

Además de la novela principal esta edición de Martínez Roca (la equivalente a la edición deluxe publicada en inglés en 2007) incluye la historia Dos Corazones, publicada en 2005 y que es una continuación de la historia tras un largo salto temporal. 

Una Unicornia, inmortal como todos los de su especie, vive en lo profundo de un bosque donde gracias a su presencia siempre es primavera. Un día oye la conversación entre dos cazadores que especulan que muy posiblemente ella sea el último unicornio que queda en el mundo. Una mariposa le habla sobre una leyenda: se dice que el soberano de un reino lejano, el Rey Haggard, utilizó a una criatura terrible llamada el Toro Rojo para empujar a todos los unicornios hasta los confines del mundo, donde aún deben permanecer a día de hoy. Aunque el mundo está lleno de peligros, la Unicornio está decidida a descubrir si efectivamente los suyos están cautivos y abandona su bosque para intentar encontrarlos.

El mundo que la recibe es muy distinto a como lo recuerda. Antiguamente ella se acercaba a las muchachas vírgenes para dormir en su regazo, pero ahora los hombres ni siquiera son capaces de distinguirla de un caballo corriente, habiendo olvidado tiempo atrás que existen los unicornios. No obstante en su camino encuentra personas que, para bien o para mal, pueden ver quién es ella en realidad. Entre ellos la bruja Mommy Fortuna, que la exhibe en un circo ambulante; el incompetente mago Schmendrick, que es más de lo que aparenta; y la cocinera Molly Grue, compañera de un asaltante de caminos de poca monta. Estos dos últimos se convertirán en sus compañeros de viaje hacia el reino de Haggard.

La historia en sí se asoma al mundo a través de los ojos de la unicornia, mirando bajo el prisma de la inmortalidad una realidad que, para ella, es solo efímera como una estrella fugaz. No obstante tal vez las circunstancias y su deseo de recuperar a los suyos la lleven a experimentar sensaciones tan ajenas a ella como son el miedo, el arrepentimiento, el amor y, tal vez, la mortalidad.

Tal vez mi devoción por esta obra es desmedida, exagerada, pero tiene un encanto que me es difícil de describir. Es posible que no tenga giros argumentales inesperados, o ningún elemento que te pueda sorprender: no es raro, siendo como es uno de los grandes clásicos de la literatura fantástica, que seguro que sirvió de inspiración a obras posteriores de temática similar como Memorias de Idhún.

Beagle escribe con la frescura y la autenticidad tan típica de la época de Tolkien o C.S. Lewis. A través de la mirada de los que imaginan cosas más allá de lo que el ojo puede ver. La novela juega mucho con esa temática, con que el ser humano ha perdido la capacidad de imaginar y apreciar la magia. También, al igual que en El Señor de los Anillos, se aborda el contacto entre efímeros seres humanos y criaturas inmortales. 

Todo, o prácticamente todo en esta novela habla de decadencia, de paisajes grises y de mentes ciegas. Salvo Amalthea, la unicornia, una chispa de la vida gloriosa y primigenia que aún habita ese mundo ceniciento. Y que va contagiando con su magia a todo y todos los que toca. 

La prosa es fluida, con un sentido del humor y una genialidad que salen sin ser forzados. Con momentos de épica y deformaciones casi esperpénticas de las figuras clásicas del hechicero, el rey y la princesa. Y aún así tiene toques de crítica social, especialmente contemporánea, que es una delicia ir descubriendo. Es un libro que hechiza, sin más. 

No obstante cuando lo terminas tienes un nudo en la garganta. Una tristeza que no es tuya, sorda y latente, que se te ha contagiado por la historia y la prosa en general. Cada frase, lugar y personaje están empañados de una melancolía increíble, del anhelo de tiempos mejores y más brillantes (como sucede a menudo con la literatura de Tolkien). No te pinta un mundo que ha sido oscuro desde siempre, sino que una vez fue idílico y maravilloso y que se ha ido corrompiendo por la ambición y la pérdida de los viejos ideales. Y, de algún modo, eso resulta aún más desgarrador.

4,5/5

P.D. A quien quiera pero no pueda conseguir el libro o sencillamente le dé pereza, al menos que vea la maravillosa obra cinematográfica del 1982. Salvo un pasaje al principio, todo sucede exactamente igual que en la novela y los diálogos están copiados palabra por palabra.

"Recordará tu honrado corazón cuando los hombres solo sean cuentos de hadas escritor por conejos. De todos los unicornios ella es la única que sabe lo que es el amor"